Exposición de los retablos de Edilberto Jiménez



El Lugar de la Memoria acoge hasta marzo la exhibición de los retablos del ayacuchano Edilberto Jiménez relativos a la época de la violencia, atesorados por el Instituto de Estudios Peruanos.

Cuenta Edilberto Jiménez que cuando emigró de su natal Alcamenca –en la provincia de Víctor Fajardo, en Ayacucho– a Huamanga, la capital departamental, descubrió que en su nueva ciudad los relatos e historias se encontraban a la vuelta de la esquina. 

Era la década de 1970 y resultaba difícil estar indiferente a los festejos por el sesquicentenario de la batalla que selló nuestra independencia.

Ese ambiente lo empujó a hacer sus primeros retablos alejados de los tradicionales y religiosos cajones de San Marcos. Jiménez introdujo una temática social e histórica en sus trabajos que no era común por aquellos años.

Esta vertiente la desarrollaría con los años y llamaría la atención del investigador social Carlos Iván Degregori, quien impulsó que el Instituto de Estudios Peruanos los atesorara. Esa colección es la que verá el público en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM).

Años difíciles
En los trabajos más tempranos de Jiménez que se exhiben en esta muestra se aprecia cómo el retrato de la sociedad es uno de sus intereses. Por ejemplo, en el retablo dedicado a la mártir ayacuchana de la Independencia Ventura Ccalamaqui aborda el papel de la mujer.

Jiménez explicó al Diario Oficial El Peruano que en ese tiempo intentaba conservar el estilo de los retablos clásicos, pero teniendo mayor libertad en los asuntos que tocaba. La decoración seguía siendo de dibujos de flores, pero era en el interior era donde explayaba su creatividad.

Eso fue cambiando drásticamente en la década de 1980. La violencia terrorista afectó a la sociedad ayacuchana y también a sus artistas. Jiménez confesó que sus obras, las que confeccionaba sin pensar en venderlas, las iniciaba en Huamanga, pero las terminaba en Lima.

La coyuntura fue introduciéndose más y más en sus retablos. Incluso cuando se inspiraba en otros asuntos, como el poema “Masa”, de César Vallejo, la situación de inseguridad que se vivía en su departamento se colaba en los detalles.

Una curiosidad que subraya Jiménez es que no tenía tiempo, debido a las circunstancias, para acabar la decoración de los retablos. Varios de sus trabajos de esa época lucen puertas blancas. 

Con el tiempo, se dio cuenta de que el no estar acabados era parte de las señas de una época y los dejó así.

Así, los cajones evolucionaron de distintas maneras. Algunos incluso recuerdan a los ataúdes.

Es en la década de 1980 que Degregori valora su arte y empieza a darle cobijo en el IEP. “Ni en Ayacucho se han exhibido estas piezas”, subraya Jiménez.

En la muestra hay una sección dedicado a piezas relativas a la tradición musical ayacuchana. El artista refirió que a pesar de la violencia social –o tal vez debido a ella– esta forma de expresión fue el refugio de la población. 

Varios temas representativos, como el muy famoso “Flor de retama”, inspiraron estos retablos.

La última sección de esta muestra la componen los retablos inspirados en los dibujos que hizo a su paso por Chungui, un castigado pueblo desde la época de las guerrillas de la década de 1960. 

Jiménez hace hincapié en que su interés siempre fue dejar constancia de lo que sucedía en su tierra. Para ello, recurrió al modo de expresarse que había aprendido de sus mayores.

Cifra
23 retablos, hechos entre las décadas de 1970 y 1990 se exhiben en el LUM.

ANDINA.


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