Lima, la ciudad de los reyes, se enfrenta a una realidad alarmante: la precariedad de los acantilados de la Costa Verde, donde imponentes edificios se yerguen desafiando la fuerza de la naturaleza. Tras el reciente sismo del 15 de junio, grietas en parques y veredas, junto a daños en las edificaciones, han puesto en evidencia la fragilidad de esta zona. Ingenieros del Colegio de Ingenieros del Perú (CIP) y del Cismid de la UNI advierten que los suelos erosionados son altamente vulnerables a sismos, incluso sin la ocurrencia de eventos telúricos de gran magnitud.
La construcción de edificios a menos de 100 metros del borde, a pesar de las ordenanzas municipales que lo prohíben, incrementa la presión sobre los acantilados, aumentando el riesgo de colapsos masivos en caso de un sismo de gran intensidad, como el de magnitud 8.8 que se espera para Lima.
Las imágenes son impactantes: edificios a centímetros del vacío, casas con patios que terminan en el abismo, infraestructuras carcomidas por la erosión… El riesgo no se limita a construcciones antiguas; expertos del Cismid señalan áreas con suelos blandos e infraestructuras frágiles en distritos como Miraflores, Magdalena, Callao y Villa El Salvador. La geomalla instalada en algunos tramos de la Costa Verde solo mitiga deslizamientos menores, no ofrece protección real ante un terremoto de gran magnitud. Se necesita estabilizar el talud con técnicas de ingeniería más robustas, reforzar el suelo y replantear el modelo de construcción en la zona.
Esta situación no solo amenaza a las edificaciones y a sus habitantes, sino también a la infraestructura vial, como la misma Costa Verde, por donde transitan miles de vehículos diariamente.
La urgencia es manifiesta: actualizar y aplicar las regulaciones, reforzar los estudios de riesgo, y reconsiderar futuras construcciones cerca del borde costero.
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