Desesperados, los choferes de la ruta B entre Los Olivos y el Cercado de Lima se ven obligados a aumentar el precio de los pasajes. ¿La razón? Tener que pagar cupos diarios de hasta 15 soles a organizaciones criminales para evitar ataques y daños a sus unidades.
Esta situación se viene repitiendo en varias líneas de transporte de Lima y Callao. Los conductores admiten vivir con miedo y tener que asumir este gasto habitual como parte de su rutina diaria. Tenemos que pagar más, porque si no pagamos, nos espera algo peor, señala uno de ellos.
La extorsión no solo afecta a los choferes, sino también a las familias que dependen del servicio público. La costumbre de pagar para poder trabajar se ha establecido, y la mayoría acepta el incremento en las tarifas como parte de la nueva realidad, lamenta un usuario.
Lamentablemente, a pesar de los esfuerzos del gobierno de Dina Boluarte, las medidas para combatir este flagelo no han sido suficientes. Los delincuentes siguen imponiendo su ley, dejando a los transportistas sin más opción que trasladar estos costos a los pasajeros.
¿Cuánto más tendrán que soportar los usuarios de estos servicios? ¿Cuándo veremos un verdadero plan integral para erradicar la extorsión en el transporte público? Es hora de que las autoridades tomen acciones contundentes y protejan a los ciudadanos de estos abusos.
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