Técnica y rituales del techado de Iglesia de Incahuasi son declarados Patrimonio Cultural de la Nación


Se trata de una expresión cultural que implica la participación activa de la comunidad y está asociada a su historia, identidad y a su forma específica de entender y relacionarse con el mundo.
El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación a los conocimientos prácticas y rituales asociados al techado de la Iglesia o iglisya qatay de San Pablo de Incahuasi, ubicada en el distrito de Incahuasi, provincia de Ferreñafe, en la región Lambayeque, dado que a través de esta actividad se reproduce y mantiene un conjunto de conocimientos y de prácticas ritualizadas, así como una noción compleja del espacio y de la armonía social que tienen un singular origen prehispánico y que se combinan con manifestaciones andinas contemporáneas.

El techado de la iglesia San Pablo de Incahuasi o iglisya qatay, es una faena que convoca periódicamente a los miembros de la Comunidad Campesina San Pablo de Incahuasi, con el objetivo de renovar el techo de paja de uqsha o ichu del templo, utilizando un sistema de trabajo comunal y una técnica ancestral de construcción. Esta faena de carácter festivo y ritual, es una actividad central para la historia e identidad de los incahuasinos y una expresión de la forma distintiva en que ellos entienden y se relacionan con el mundo en el que habitan.

Durante el último techado, realizado en agosto de 2015, fueron protagonistas de esta labor más de 700 faeneros de los sectores o caseríos de: Pueblo, Huasicaj, Machaycaj, Sinchigual, La Playa, Tungula, Huarhuar, La Tranca, Totora, Tasajera, Tolojpampa, Kutiquero, Tingo y Totorita.

La renovación periódica del techo de paja de uqsha de la Iglesia de San Pablo implica la utilización de técnicas constructivas y materiales que se remontan a tiempos prehispánicos, y que han sido transmitidas de generación en generación, junto con las concepciones sobre la naturaleza de los materiales, de los mismos procesos técnicos y de sus resultados.

Estas concepciones descansan sobre el entendimiento de que las cosas hechas por las personas, especialmente las casas, son entendidas como poseedoras de fuerza vital o upay que comparten con sus creadores, y a las que se les prodiga una ritualidad similar a la de los seres humanos.

En el caso de la iglesia de Incahuasi, el escenario ritual principal de la comunidad a través del culto a los antepasados, el cuidado y renovación de esta estructura se vincula con la posibilidad misma de la existencia y reproducción de la comunidad y de sus miembros. 

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