El Gran Camino Inca "El Gran Qapaq Ñan"

Hablar sobre el Qhapac Ñan
Hablar sobre el Qhapac Ñan no solo es descubrir el elevado nivel de organización que poseían los Incas, sino también comprender cómo a través de rutas y caminos pudieron expandirse sobre una de las geografías más escarpadas del mundo. Gracias a este “gran camino inca” como es su traducción del quechua al español, el imperio pudo ejercer el comercio y la administración de sus dominios.

Esta red vial unió todo el Tahuantinsuyo a través de los actuales territorios de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, atravesando desiertos, zonas agrícolas, cadenas montañosas y pantanos. Todas las rutas partían desde el Cusco. La más importante de ellas es la que iba en dirección hacia Quito, actual capital de Ecuador.

Según los historiadores, el Qhapaq Ñan significó la base de la expansión política incaica, pues permitió la rápida movilización de los ejércitos y de los funcionarios estatales. Además, facilitó el transporte de valiosos recursos, como metales, conchas spondylus, madera, hojas de coca y textiles.

Los tambos, recintos que eran usados como albergues y depósitos, estaban dispuestos a lo largo de los caminos para permitir a los viajeros descansar y guardar sus pertenencias. Por lo general, eran de forma rectangular y estaban divididos en varios espacios independientes. Hubo tambos de distintos tamaños: los más grandes contaban con ambientes residenciales, plazas y depósitos, y se usaban para hospedar al Inca y a su séquito. Los de menor tamaño servían de posada para los chasquis, que eran mensajeros del Tahuantinsuyo.

Qhapaq Ñan

La construcción de puentes también fue determinante para el Qhapaq Ñan, pues gracias a estos, los incas pudieron atravesar laderas, ríos y, en general, una accidentada geografía andina. Algunas de estas plataformas se construyeron a base de piedras y otras de madera. También hubo puentes colgantes que fueron construidos con fibras vegetales, como es el caso del Q'eswachaka, considerado el último puente inca que se mantiene vigente hasta la actualidad.

Los incas no fueron los únicos que construyeron caminos para unir sus territorios. Muchas de las rutas que utilizaron e integraron a su sistema vial fueron construidas por las culturas que los precedieron. Según los estudiosos, estos caminos eran exclusivamente locales y unían centros sagrados o huacas con pequeños poblados.

Algunos complejos arqueológicos de la cultura Wari, como Piquillacta, por ejemplo, contaron con importantes sistemas viales. Otra evidencia de caminos preincaicos se encuentra en el valle de Moche, en la costa norte del Perú, y en Lima, donde se construyeron caminos en las dos márgenes del río Chillón, en Pachacámac, y en el valle del río Cañete. Estas vías eran atravesadas por otras que llegaban a las zonas andinas, e incluso a la Amazonía.

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