La severa sequía en la Amazonía ha revelado un tesoro arqueológico oculto durante décadas: antiguos petroglifos milenarios grabados en roca por comunidades indígenas. Estos restos arqueológicos volvieron a ser visibles debido a los niveles extremadamente bajos del río Negro, uno de los principales afluentes del río Amazonas, como resultado de la sequía más intensa en Brasil en los últimos 120 años.
Este fenómeno no solo ha desvelado parte de la historia ancestral de la región, sino que también ha impactado gravemente en el medio ambiente y las comunidades locales. La disminución del caudal del río, que afecta el suministro de agua y los medios de vida de los habitantes, pone de manifiesto las consecuencias del cambio climático en los ecosistemas más vitales del planeta. El descubrimiento de los petroglifos reaviva el interés por la arqueología amazónica, mientras la región enfrenta desafíos ecológicos sin precedentes.
Estos grabados rupestres, localizados en el sitio arqueológico de Ponta das Lajes, en la ciudad de Manaos, estado de Amazonas, han suscitado gran interés por parte de los investigadores. Según el arqueólogo Jaime Oliveira, del Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional de Brasil (Iphan), los petroglifos tienen entre 1.000 y 2.000 años de antigüedad y probablemente fueron creados por pueblos indígenas agrícolas que habitaron la región antes de la llegada de los colonizadores europeos.
La sequía en Brasil revela grabados rupestres milenarios en el río Negro
El río Negro, cuyo nivel ha descendido a mínimos históricos, ha dejado al descubierto un conjunto de petroglifos que solo pueden verse en épocas de sequía extrema. Las figuras, entre las que destacan rostros antropomorfos y animales como sapos, fueron talladas sobre las rocas por antiguas civilizaciones indígenas. Los arqueólogos aún intentan descifrar su significado, aunque se cree que estos grabados podrían haber sido utilizados como símbolos territoriales o como una forma de comunicación social.
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