Bolivia está paralizada. Familias enteras están bloqueando la carretera internacional en Desaguadero, frontera directa con Perú. ¿La razón? El país vecino vive una crisis económica profunda: no hay dólares, no hay gasolina, no hay comida.
La moneda boliviana se ha desplomado. Los negocios ya no aceptan su dinero. El arroz, el azúcar y el aceite han desaparecido o están por las nubes. La gente ha dicho basta. No pueden comer, no pueden trabajar, y han tomado las vías.
Bloques de piedra, palos, arena y alambre han cerrado completamente la ruta. Transportistas, escolares y turistas están varados. El tránsito es imposible y la medida es indefinida. La respuesta del gobierno de Luis Arce: el silencio.
Esta crisis no vino sola. Bolivia perdió ingresos por exportaciones de gas y minerales, se acabaron los dólares en el banco central, y los subsidios ya no se sostienen. Resultado: inflación, mercado negro y hambre
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