Historia de los Olleros de Chacas
Chacas, capital de la provincia de Asunción en la región Áncash, Perú, es un pueblo enclavado en el Callejón de Conchucos a 3.359 metros sobre el nivel del mar, conocido como la "Perla de los Conchucos" por su rica tradición artesanal. Fundado el 13 de abril de 1572 como San Martín de Chacas, su historia se remonta a evidencias de presencia humana precolombina, con influencias de culturas como Chavín y Pashash, que ya trabajaban la arcilla en la sierra oriental de Áncash. Sin embargo, la alfarería de ollas de barro —o "ollqa" en quechua, término que alude a estas vasijas tradicionales— se consolidó como símbolo identitario en la era colonial y republicana, convirtiendo a sus habitantes en los emblemáticos "manca cargas" (cargadores de ollas).

Orígenes Precolombinos y Coloniales: La Tradición Ancestral

La fabricación de ollas de barro en Chacas tiene raíces milenarias, ligada a la cerámica andina. En la región de Áncash, evidencias arqueológicas muestran que culturas como la Chavín (aprox. 900-200 a.C.) y la Recuay (200-600 d.C.) utilizaban arcilla para utensilios cotidianos, influenciadas por centros como Pashash en la sierra norte. Estas ollas no solo servían para cocinar, sino para almacenar y transportar alimentos en un entorno montañoso hostil.

Durante la colonia, en el siglo XVI, Chacas se fundó como pueblo minero y agrícola, pero la alfarería emergió como actividad complementaria. Los indígenas conchucos, obligados a tributos, elaboraban ollas resistentes para trueque con cereales y otros bienes en provincias vecinas como Huari o Carhuaz. El término "manca carga" surge aquí: alfareros que cargaban ollas en sus espaldas por caminos de herradura, intercambiándolas por productos esenciales. Esta práctica perduró hasta el siglo XIX, reflejando la economía de subsistencia en la zona de Conchucos, marcada por rebeliones contra los abusos coloniales en el siglo XVIII, como las de Piscobamba y Chacas motivadas por tributos excesivos.

El proceso tradicional se basa en arcilla local (llamada "raco" en quechua) extraída de la puna, mezclada con "shashal" (una arena silícea que otorga resistencia). La masa se pisotea, reposa 24 horas y se moldea con un "tillá" (base circular de madera). Las piezas se secan al sol y cuecen en hornos a leña a 1000-1100 °C, logrando una durabilidad que las hace ideales para cocinar lentamente, potenciando sabores en platos como el picante de cuy o el puchero ancashino.

Siglo XX: Auge Minero y Preservación Artesanal

En el siglo XIX y principios del XX, el auge minero en Chacas (con minas de cobre y plata) impulsó la población hasta un pico entre 1860 y 1920, pero también diversificó la economía. La alfarería se mantuvo como oficio familiar, transmitido de generación en generación, aunque eclipsado temporalmente por la migración. En 1825, Simón Bolívar creó el distrito de Chacas, formalizando su identidad como centro artesanal.

Un punto de inflexión llegó en la década de 1970 con la llegada del padre italiano Ugo De Censi (1924-2018), misionero salesiano que se estableció como párroco en Chacas. Conmovido por la pobreza post-terremoto de 1970 en Áncash, fundó en 1978 la Asociación de Artesanos Don Bosco Perú para restaurar el Santuario de Mama Ashu (declarado Patrimonio Histórico en 1941) y capacitar a jóvenes en oficios. Inicialmente enfocado en tallado y restauración, el taller incorporó la alfarería tradicional, enseñando técnicas ancestrales a niños y adultos. En 1985, se convirtió en la Escuela Taller Don Bosco, expandiéndose a esculturas en piedra y madera, pero preservando la ollqa como símbolo cultural. Hoy, produce piezas únicas con motivos religiosos y cosmovisión andina, vendidas en ferias locales y exportadas.

Actualidad: Reconocimiento y Legado

Chacas, con una población distrital de unos 5.334 habitantes, es uno de los "Mejores Pueblos Turísticos del Mundo" según la ONU Turismo (2023) y "Pueblo con Encanto" por el Mincetur (2024). La alfarería genera empleo y atrae turistas a la Plaza Mayor, adornada con esculturas como el "Manca Carga" —representación del alfarero antiguo— y el Museo Arqueológico de Chacas, que exhibe cerámicas precolombinas. La Escuela Don Bosco dicta talleres gratuitos, asegurando la transmisión del conocimiento.

Las ollas de Chacas no solo son funcionales —ecológicas y sin sustancias tóxicas, a diferencia del aluminio—, sino portadoras de identidad. Se usan en festividades como la Virgen de la Asunción (15 de agosto, Patrimonio Cultural desde 2025), donde se truequean o venden. Precios varían: una vasija pequeña cuesta S/30-60, y piezas artísticas más.

En resumen, la historia de estos fabricantes es un testimonio de resiliencia: de trueques coloniales a exportaciones globales, pasando por la visión de un misionero. Visitar Chacas es caminar con los "manca cargas" del pasado, mientras su legado moldea el futuro andino. Para más detalles, el Taller Don Bosco es el corazón vivo de esta tradición.