Lo que debía ser una tarde de alegría, chocolate caliente y sonrisas infantiles en el centro poblado de Sausal, distrito de Chicama, provincia de Ascope, La libertad, se convirtió en una pesadilla sangrienta. Sicarios sin alma irrumpieron en una chocolatada navideña organizada por la Municipalidad y descargaron sus balas contra la regidora Elena Rojas Alcalde, una mujer de 65 años dedicada a su comunidad, que repartía juguetes y esperanza a los más pequeños.
Elena Rojas no sobrevivió. Recibió múltiples impactos de bala y, pese a los desesperados esfuerzos por salvarla, llegó sin vida al centro de salud. Pero el horror no terminó ahí: en medio del pánico, con niños corriendo aterrorizados y madres gritando por sus hijos, siete menores de edad –de entre 7 y 13 años– resultaron heridos por las balas perdidas. Siete inocentes que solo querían un regalo de Navidad, ahora luchan por su vida en hospitales de Trujillo y Casa Grande. ¿Se imaginan el trauma? ¿Las pesadillas que llevarán de por vida?
Este no fue un ataque al azar. La Policía no descarta un ajuste de cuentas o extorsión, y recordemos que Elena Rojas ya había sido víctima de un atentado anterior: en diciembre de 2024, le colocaron dinamita bajo su camioneta. Amenazas que nadie detuvo, que las autoridades ignoraron o no pudieron prevenir. Y hoy, los sicarios volvieron, sin importarles que hubiera decenas de niños presentes. Dispararon a plena luz del día, en una plazuela llena de familias, demostrando que en el Perú ya no hay límites para el crimen organizado.
¡Indignante! ¿Dónde estaba la seguridad? ¿Dónde la inteligencia policial que tanto presumen? La Libertad es uno de los epicentros de la extorsión y el sicariato en el país, con miles de denuncias y cientos de homicidios al año. Las autoridades –gobierno central, regional, Policía Nacional– prometen operativos, estados de emergencia y planes grandiosos, pero la realidad es esta: regidoras asesinadas frente a niños, familias destrozadas en eventos solidarios. Sus "esfuerzos" son puro discurso vacío mientras las bandas extranjeras y locales siguen dominando calles, cobrando cupos y matando impunemente.
Esta tragedia nos duele a todos. Solidaridad con las familias afectadas. Pero la solidaridad sola no basta: ¡acción ya!

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