El día que el vacío se vendió por 18 mil dólares
En 2021, el artista italiano Salvatore Garau sorprendió al mundo con una obra que nadie podía ver, tocar ni medir, pero que aun así alcanzó un precio de más de 18.000 dólares en una subasta en Milán. 

La pieza, titulada “Io Sono” (“Yo Soy”), es una escultura invisible, hecha de aire y vacío. Y aunque no existe físicamente, Garau entregó al comprador un certificado de autenticidad que la acredita como legítima.

La obra debe ser “exhibida” en un espacio libre de obstrucciones de al menos 1,5 por 1,5 metros, según instrucciones del propio artista. El objetivo: que el vacío interactúe con su entorno y que quien lo contemple se cuestione el poder de la mente, la percepción y la idea misma de lo que es “arte”.

Conocido por desafiar los límites del arte conceptual, Garau defiende que el vacío no es ausencia, sino un campo invisible lleno de energía, significado y posibilidades. Como era de esperar, la venta generó un intenso debate: algunos lo aclamaron como un genio provocador, mientras que otros vieron en su gesto una exageración del mercado del arte contemporáneo, capaz de monetizar incluso la nada.

No era la primera vez que Garau jugaba con lo intangible. Antes de “Io Sono”, ya había presentado obras invisibles como “Buddha in Contemplation”, instalada frente a la Bolsa de Valores de Milán. 

Allí, en medio de un espacio vacío, solo una placa marcaba la existencia de lo que, a simple vista, no estaba. Pero para Garau —y para quien decide ver con otros ojos—, el arte no siempre necesita materia para existir.

artista italiano Salvatore Garau